El cambio climático ha sido identificado como la mayor amenaza global para la salud en el siglo XXI (Costello, The Lancet 2009), estimando en 250.000 muertes adicionales al año para el periodo 2030-2050, principalmente por exposición de personas vulnerables a olas de calor (38.000), diarrea (48.000), malaria (60.000) y problemas de malnutrición en niños (95.000) (Hales, S. OMS 2014). Las variaciones climáticas actuales y futuras en escenarios de cambio climático profundizarán el impacto de las enfermedades infecciosas, especialmente aquellas transmitidas por vectores, aire, agua y alimentos.
Los riesgos a futuro producto del cambio climático, dependen de la capacidad de adaptación y mitigación en salud que realice cada país en la actualidad, por lo que aportar en este proceso mediante investigación permitirá reducir la vulnerabilidad, aportar al proceso de adaptación de los territorios y disminución de la incertidumbre sobre eventos futuros.