El agua potable es la adecuada para el consumo de la población y que no provoca efectos nocivos para la salud. La calidad del agua debe considerarse en términos relativos al uso que se destina, el cual determina los indicadores físico químicos y/o biológicos a considerar para la medición de ese factor.
La contaminación hídrica o contaminación del agua se produce cuando se le agrega o deposita algún material o sustancia tóxica, y eso afecta a su comportamiento habitual.
La contaminación de las aguas puede provenir de algunas fuentes naturales o de actividades humanas. En la actualidad la más importante sin duda es la provocada por el hombre. El desarrollo y la industrialización suponen un mayor uso de agua, una gran generación de residuos, muchos de los cuales van a parar al agua y el uso de medios de transporte fluvial y marítimo que en muchas ocasiones, son causa de contaminación de las aguas. Las aguas superficiales son en general más vulnerables a la contaminación de origen antropogénico que las aguas subterráneas, por su exposición directa a la actividad humana. Por otra parte una fuente superficial puede restaurarse más rápidamente que una fuente subterránea a través de ciclos de escorrentía estacionales. Los efectos sobre la calidad serán distintos para lagos y embalses que para ríos, y diferentes para acuíferos de roca o de arena y grava.
La Sección de Química Ambiental analiza los parámetros físicos y químicos establecidos para el cumplimiento de las normas vigentes, como es en el caso del agua potable, agua de diálisis, fluoración del agua, agua de recreación, agua mineral, agua de ríos, lagos y mares.